sábado, 19 de noviembre de 2011

Soledad




Soledad

Hoy me siento solo, temo al tiempo ennegrecido del día a día de la vejez.
Cada día siento como una parte de mi vida se despega de mí ser y llego a la desesperación de mi cordura al pensar que deseo a alguien de mi sexo contrario, para compartir mi vida apasionadamente, al largo de la vida que me queda.
Mi cabello ennegrecido cae al día a día dejándome un rastro de carne en lo alto de mi cuero cabelludo, y eso en mi moral significa una pérdida de mi atractivo y de mi comienzo al tercer mundo en que los adolescentes sudan de los viejos y de una forma exagerada, este mundo podrido se va degradando igual que yo llego a mis días de muerte.
Negro es el color de la noche ennegrecida. Tenida de un blanco pálido de las estrellas y el blanquecino especial de los astros lunares, en que algún día me uniré a ellos.
Maldita soledad, hay un cadáver que desea un poco de amor para no pasar estos día invernales en las velas del frío que hiela los huesos de la gente, hay un gato abandonado que desea el calor de un amo que desea morir en los brazos de alguien en su día que tantos duros ratos nos ha dado, pero dicho gato negro ha muerto feliz. 
¿Este será mi destino?